A mi amigo Enrique Henares, con cariño
Después de varios meses yermos, el blog se ha renovado para iniciar una nueva singladura con nuevas entradas y secciones. Con el fin de despertar el interés en el escaso lector de este blog, es en esta sección donde doy cabida a aquellos personajes que a pesar de aparecer en el callejero de mi ciudad -Dos Hermanas-, pasan desapercibidos para el ciudadano de a pie. El recuerdo y el interés, ciertamente, son caprichosos. Mientras el primero intenta dejar indeleble el nombre de ciertos personajes en el devenir en el tiempo; el segundo, nos arrastra a dejar de lado lo -aparentemente- fútil.
En nuestro caso, ¿cuántas esquinas de nuestras calles, avenidas o plazas están rotuladas de personajes desconocidos? ¿cuántas veces recorremos nuestras calles e ignoramos la historia de sus nombres? Puestos a pasear por Dos Hermanas la calle "Ángel Díaz Huertas" merece unos instantes de recuerdo. Esta calle, situada en la barriada de Santa Teresa, conmemora la vida de un pintor y un retratista que falleció en Dos Hermanas, un pintor casi desconocido para el nazareno porque Ángel Díaz Huertas (1866-1937) fue uno de las principales artistas de la revista ilustrada Blanco y Negro, fundada en 1891 por don Torcuato Luca de Tena y en donde colaboraron insignes escritores del momento como Azorín o Pardo Bazán. Huertas estudió en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, siendo su primer trabajo para La Ilustración Española y Americana y La Esfera. Ilustró la portada del primer número de Blanco y Negro de 10 de mayo de 1891. Además de ser un ilustrador, Huertas fue un pintor y sus cuadros le valió varias medallas en la Exposición Nacional de Bellas Artes.
Conversación de terraza a terraza por teléfono de membrana de Ángel Díaz Huertas
Con los acontecimientos históricos acaecidos en la España finisecular del XIX, descubrió con su paleta la prometedora vida de los "felices años 20" que se encubría tras el negro velo de la Gran Guerra y de la reciente pérdida de las queridas colonias americanas. Fueron años convulsos, inestables pero existía el sueño por el optimismo. Había que pintar con nuevos colores la vida. Huertas estuvo en la Sevilla del 29, esa nueva Sevilla que resurgiría tras la Exposición Iberoamericana. Una exposición con la que se intentó dar una reforma urbanística y una mejora económica a la ciudad que, gracias al atractivo turístico y a la necesidad de trabajadores, hizo alcanzar la modernización. A esta Sevilla del recuerdo, don Torcuato Luca de Tena no quiso pasar por alto esta ocasión para dar a conocer la ciudad del Guadalquivir internacionalmente, convirtiéndose en unos de los principales partícipes y colaboradores de la exposición. Junto a Luca de Tena, Huertas debería tener un lugar privilegiado en los anales de la ciudad. Además de sus aportaciones a la revista Blanco y Negro, Huertas quiso retratar para los foráneos la personalidad arrebatadora del pueblo sevillano en múltiples acuarelas que han quedado para la posteridad. Pero como dijimos al principio de este artículo, el recuerdo y el interés han sido peligrosamente caprichosos, sobre todo, con nuestro Ángel Díaz Huertas cuando tras fallecer en Dos Hermanas y recibir sepultura en su cementerio, unas obras realizadas en el camposanto nazareno hicieron desaparecer su tumba para siempre. Descanse en mi memoria.
(Fuente: SÁNCHEZ NÚÑEZ, Pedro: Calles, plazas, campo...Dos Hermanas)