domingo, 11 de enero de 2009

En una fría mañana de 1954...

Dedicado a todas esas mujeres nazarenas
que fueron como la protagonista de este relato

Delante del espejo, como siempre, Rosario se peina a modo de recogido su crespo pelo negro. Cualquiera diría que la niña Rosario no presumía delante del espejo de sus veintiocho años, lozana y locuaz como ninguna, sino más bien seria y nostálgica intenta hallar con sus dedos aquella piel suave que el tiempo ha ido arrebatándole. El hallazgo resultaba imposible. Sus manos se habían vuelto robustas y ásperas como ramas secas que querían dar sombra a una piel castigada, erial seco por los años.

Mañana del 3 de febrero de 1954 (Dos Hermanas en blanco y negro)

A pesar de todo, Rosario, la niña Rosario, se siente la flor de su familia. Ella era la única entre cinco hermanos varones, nacida en un hogar humilde, honrado y trabajador en el que todos admiran su jovialidad, su gracia, su amabilidad pero, sobre todo, su hermosura. Era la Rosarillo, la guapa. No había mozo que se resistiera a lanzarle un requiebro. Pero Rosarillo, últimamente, cree no tener vida. El trabajo de aceitunera le está consumiendo tanto que la humedad del almacén está afectando a sus pulmones y con el terrible frío de este invierno piensa que pronto enfermará. Aunque Matilde, su madre, le recuerda siempre la lata de cisco para calentarse sus delgadas piernas cuando trabaje sentada, Rosarillo, se ha levantado en esta fría mañana de febrero envuelta en pesadumbre. Existe ausencia, en todo ausente. Antes de marchar, y sin desayunar, nunca olvida bajo su abrigo el delantal donde guarda una pequeña estampa de la Virgen de Valme, protectora de tantos y en aquella mañana, más si cabe cuando al santiguarse, ruega: "Virgencita de Valme, Dios te salve. Cuida a mi familia y de mí, ampárate". Parece llenarle el corazón, de darle lumbre, calor. Mira la estampita y parece sonreírle su Virgencita de Valme y al abrir la puerta, el milagro: un paisaje blanco y una lágrima, una emoción contenida. Me lo cuentan algunos y no me lo creo pero con la esponjosa nieve en sus afligidas manos, nació la ilusión de la niña que fue, la niña Rosario.

7 retazos compartidos:

Preciosa historia la de la niña tocaya mía. Estremecedora.

Enhorabuena.

Un abrazo.

Saludos, José Luis. Enhorabuena por el blog. Me volveré a pasar, porque me ha gustado. Y será una estupenda forma de estar en contacto con DH.

Enhorabuena por tu blog. Muy buenas entradas. Te estaré observando.

Que se sentía la flor de la familia...porque lo era.

Un saludo. Entro en tu blog al mismo tiempo que te escucho en "La radio de los blogueros". Lo dicho, un saludo y encantado de haber pasado por aquí.

Hola, soy Jaime, pero que buen blog que tienes!! me encanta el efecto madera!! de echo, mi blog es el balcón de jaime, jeje los balcones suelen ser de madera :-) te felicito por el blog, es muy bueno! ;-) por si quieres ver mi blog:

http://elbalcondejaime.blogspot.com

es de trucos blogger, ayuda blogger, descargas, perros, gatos, agapornis (inseparables), ninfas, canarios, plantas, cocina y recetas y algunas cosillas más. Espero que te guste, un gran saludo!!

Oye te animo a que subas mas entradas que tienes muy pocas y a mi humilde juicio muy buENas!!
un beso!