A los que vivimos en la pausa
Tienes mal aspecto ¿mala noche, tal vez? Me miras con desprecio como si tuviera alguna culpa ¿Qué pasa? El día no promete ¿eh? Te lavas la cara pero no llegas a enjuagar tu cansancio y el humo de tu primer cigarrillo de la mañana nubla tus palabras, no se disipan las dudas. Alguna vez has pensado que la mirada es el espejo del alma ¡cómo si yo no lo supiera! Te miras en mí por tal de que adivine la sombra que te abraza en los días que te esperan. Anoche no recogiste la cocina. Es un desastre. Reconócelo. Tus heridas están en desorden. Lo sabes. Hay un puzzle de retales. No eres el mismo de hace dos días. Pones la radio. Tomas café y una tostada con mantequilla. El reloj rojo marca los segundos como pasos perdidos. Esperas. El teléfono no suena. Esperas. No llega la vacante. La sustitución mucho menos. Te pones el pantalón que más te gusta y la camisa que alguien te regaló por unos Reyes. Dan las 8 con los informativos. Coges las llaves y el curriculum que hiciste ayer en ordenador. Te renuevas en Arial a tamaño 12. "¡Papel mojado!" piensas mientras te marchas con la sombra a la ciudad, a otro sitio, lejos de mis indiscretas miradas.
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