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Ilusión en el Convento Sta. María de Jesús |
Y para concluir este ciclo de estampas navideñas, retomaré la más reciente. Fue el domingo día 8. Por invitación de mi amigo Miguel Ángel López, y de su familia, me agregué gustosamente a un grupo de amigos dedicado a llevarles regalos a la congregación de Hermanas Clarisas del Convento Santa María de Jesús de Sevilla, en la calle Águilas. Fútiles objetos capaces de colmar sus deseos escritos en una inocente e infantil carta a los Reyes Magos: una bufanda para la Hermana tal, unas zapatillas para otra, un libro y un rosario, etc. La muestra de cariño de la familia López es entrañable. Desde hace unos seis años dedican parte de su tiempo y dinero, por qué no decirlo, a acercar pequeños obsequios a las hermanas enclaustradas. La vida del retiro espiritual, lejos del llamado “mundanal ruido”. Como de costumbre en estos días, me atavié de nuevo de paje real para ayudar a sus Majestades de Oriente a repartir los regalos y lanzar puñados de caramelos, risas y felicitaciones. Hubo entre los reunidos, personas que, no siendo creyentes, o de otras religiones, se contagiaron de la complicidad y la espiritualidad de las monjitas. Tras la visita hubo agradecimientos celestiales. Presencié, queridos amigos, la mirada religiosa de la humildad, ser bienaventurados en lo poco.
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Un servidor vestido de paje real |
Como entenderéis, después de estas vivencias, he valorado cuáles han de ser nuestras metas, nuestras posibilidades, nuestras actitudes como ser modestos, valientes, optimistas y solidarios, estimando el fundamento verdadero de la vida: ser feliz haciendo también feliz al prójimo. Parece una máxima manida pero necesaria, pienso, si el hombre de hoy, del presente 2012, quiere sobrevivir a los envites del toro salvaje del infortunio. Así que ojalá que siempre sea Navidad.
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